Detrás del volante
22/10/2025
¿Por qué un bolso vintage puede ser más deseado que la última novedad de pasarela? ¿Por qué los relojes mecánicos de siempre siguen marcando estatus en plena era digital? ¿Por qué seguimos escuchando vinilos aunque tengamos toda la música en streaming? No se trata de lo que cuesta una cosa o de lo ostentoso que pueda ser, sino de las experiencias exclusivas y las conexiones con la historia.
Las grandes marcas lo saben, y por eso están fomentando un fenómeno que siempre ha existido, pero ahora se ha convertido en la nueva expresión del lujo: la reedición de clásicos. En un mercado donde la novedad se consume y se olvida rápidamente, el verdadero valor de las cosas reside en disfrutar de símbolos perdurables o de pedazos de nuestra historia.
Lo vemos también en el mundo de la automoción. El lanzamiento de Renault 5 E-Tech eléctrico ha sido sin duda uno de los más esperados y deseados de la última década, y la marca ha querido ponerlo al alcance de todo el público sin distinción. Subiendo un escalón, para los mayores fans del R5, de la herencia de Renault y de su historia en el mundo de la competición, también les tenía reservada una sorpresa.
A ver, seamos sinceros, esta tendencia en alza de lo retro y lo vintage, quizás sea reacción a la sobreexposición de lo último y lo más novedoso en las redes sociales, o por la descarada ostentación de precios desorbitados en objetos de consumo que, al fin y al cabo, son “mainstream”. El caso es que muchos hemos terminado por desear intensamente lo que ya ha demostrado su valía en el pasado.
Las grandes marcas premium han captado de qué va el tema. El verdadero valor te lo da la autenticidad que te da un producto con un legado histórico a sus espaldas. ¿Para qué inventar algo nuevo si tienes un icono mundialmente reconocido? Algunos dicen que las marcas están faltas de ideas, pero lo cierto es que el consumidor cada vez más exigente busca, ante todo, una narrativa personal, un legado genuino y lo que llaman “exclusividad emocional”.
Solo hace falta echar un vistazo a los escaparates de las grandes calles comerciales. Las casas relojeras lucen reediciones de cronógrafos que llevaron buceadores o astronautas hace más de 50 años. Los estudios de interiorismo se llenan de muebles y objetos decorativos con estilos propios del siglo pasado. Y qué decir de las firmas deportivas, que triunfan con las eternas reediciones de las zapatillas que calzaron en su momento deportistas de los años 60 o 70.

Si acabamos de ver que el verdadero lujo es revivir historia y disfrutar de un legado, no hay mejor ejemplo en el mundo de la automoción que aquel que fue creado con un solo objetivo: la victoria. Y aquí es donde entra en juego el coche que ha inspirado todo, Renault 5. Sí, el compacto de 1972 nació para dar una nueva movilidad a los chicos y chicas urbanos de la época, pero su audaz diseño y estética se prestaría también a aspiraciones mayores de la propia marca: la competición.
Así es como Renault decidió basarse en el humilde Renault 5 para hacer el asalto al mundo de los rallyes. Diseñaron desde cero un nuevo vehículo, pero lo llamaron Renault 5 Turbo porque conservaba la ya inconfundible silueta y líneas estéticas del original. Destacaba sobre todo la colocación del motor en el centro del coche, que le permitía contar con tracción trasera y una mejor distribución del peso. La solución fue tan ingeniosa que la propia FIA la tomaría como estándar para el Campeonato Mundial de Rallyes.

Renault 5 Turbo también sorprendía por una estética más musculosa y una parte trasera más ancha, lo que valió el sobrenombre cariñoso de “culo gordo”. A pesar del apelativo, el coche estaba por debajo de la tonelada (gracias al uso del aluminio en su carrocería) y resultaba sorprendentemente veloz: con una potencia de 160 CV alcanzaba los 218 km/h y un cero a cien de 7,7 segundos. Así, lograría una participación muy destacada en el Mundial de Rallyes, incluyendo victorias en Montecarlo (1981) y Córcega (1982).
Tras un discreto R5 Turbo 2, llegaría el mítico Renault 5 Maxi Turbo, con una estética más agresiva, un espectacular alerón trasero y faros redondos integrados. También recuperaba el aluminio (además de fibra de carbono y kevlar), aumentaba el cubicaje y la potencia (a 350CV) y tomaba una caja de cambios más adecuada para los rallyes. Con todo, debutaría con victoria en Córcega (1985) en el que sería el último año del grupo B (discontinuado por la propia FIA). Pero fue suficiente para que este Renault 5 Maxi Turbo se convirtiera definitivamente en un inspirador icono de la competición.

45 años después, y tras el exitoso lanzamiento del Renault 5 E-Tech eléctrico, la marca se ha decidido a rendir tributo al mítico R5 Turbo. El nombre del nuevo vehículo, Renault 5 Turbo 3E, lo dice todo: se le considera la tercera generación que continúa la saga del “hot hatch”. Será un artículo de lujo por su exclusividad (tan solo 1980 unidades, en honor al año del lanzamiento del original) así como por cómo reinterpreta la misma filosofía de innovación y competitividad.
Estéticamente, encontramos un diseño exterior de exuberante musculatura, con marcados paragolpes, guardabarros y tomas de aire. Como el R5 Turbo original, también ha ensanchado en los pasos de rueda traseros, hasta los 2,03 metros, que junto a los extremos difusores posteriores le da un aspecto agresivo y salvaje. En el interior, todos los elementos hacen honor a su herencia en el mundo de la competición: asiento tipo backets, arneses de seis puntos, jaula antivuelco o la espectacular palanca de freno de mano que hará las delicias de los amantes del drifting.

Mecánicamente se ha mostrado igual de innovador y vanguardista. Si el R5 Turbo sorprendió con su motor central, este Renault 5 Turbo 3E nos ha explotado la cabeza con su sistema de propulsión (cómo no, trasera). Consta de dos motores eléctricos in-wheel, esto es, ubicados dentro de cada una de las ruedas traseras, una solución que si bien no es nueva, si está reservada a hypercars de alto rendimiento. Contar con una tecnología así en un coche de calle es, efectivamente, un auténtico lujo.
La potencia generada por este doble motor rinde tributo a la voracidad del R5 Maxi Turbo. Si este ponía el listón en unos encomiables 350 CV, Renault 5 Turbo 3E alcanza la friolera de 584 CV (unos 403 kW) y un par máximo de 4.800 Nm, lo que se traduce en una velocidad máxima de 268 km/h y una brutal aceleración de cero a cien de 3,5 segundos. Todo ello, no se nos olvide, escondido bajo la carrocería de un compacto de apenas 4 metros de largo. Unas prestaciones por las que ya se conoce a este bólido como el primer “mini-superdeportivo”.

Si la nueva definición de lujo se basa en honrar la herencia y disfrutar del legado, Renault 5 Turbo 3E es el ejemplo llevado a su expresión más extrema. Su existencia prueba que el fenómeno de las reediciones de iconos puede ser mucho más que nostalgia: es un ejercicio de superación y vanguardia.
Renault no solo ha traído de vuelta un coche legendario, sino que ha electrificado su mito respetando su espíritu más radical. Al limitar su producción y ofrecer la hiper personalización del vehículo, lo saca de la línea de montaje de producción masiva y lo coloca directamente en la vitrina del coleccionista. Es una obra de arte rodante que garantiza la continuidad del legado.
Este mini-superdeportivo es, por tanto, una declaración de intenciones: demuestra que la transición eléctrica puede ser el medio para redefinir las reglas del lujo y el alto rendimiento. Así, Renault 5 Turbo 3E transforma el recuerdo de una leyenda en la pieza de ingeniería más deseada del futuro eléctrico.
sobre el autor
periodista especializado en motor


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