La sostenibilidad ambiental se ha convertido en la actualidad en uno de los grandes desafíos globales a los que debe enfrentarse la humanidad en los próximos años. Las acciones humanas, tanto individuales como colectivas, han conducido en las últimas décadas a la degradación del medio ambiente, la pérdida de diversidad biológica y, como consecuencia, al cambio climático. Para revertir esta situación, deben acometerse actuaciones medioambientales urgentes tanto desde las instituciones públicas como desde el sector privado, pasando por la sociedad civil, ya que cada uno de nosotros como ciudadanos también podemos realizar diferentes acciones en nuestro día a día para mejorar la sostenibilidad del planeta. Sin embargo, todo ello sería insuficiente si no contamos para ello con los principales protagonistas del futuro: los niños y niñas.  

 

La influencia que el sistema educativo y los educadores tienen en la transmisión de conocimientos y valores es ampliamente reconocida por diferentes estudios. Esto convierte a la educación escolar en la principal arma de transformación social. No hay cambio social posible que no parta de la educación de los ciudadanos. En lo que respecta al ámbito medioambiental, la escuela es uno de los principales motores que las sociedades pueden utilizar para favorecer la concienciación en sostenibilidad, tanto en lo que se refiere a conocimientos como a actitudes y valores. Desde la escuela se puede enseñar a los estudiantes a conocer cuáles son los principales problemas medioambientales globales y locales que nos afectan, sus consecuencias directas en nuestras vidas y los tipos de acciones necesarias para abordarlos de manera positiva. Sabedores de esta influencia y de su importancia, los gobiernos de todo el mundo están incorporando en sus planes de estudios desde hace ya varios años contenidos relacionados con el medio ambiente y la sostenibilidad, conscientes de que los sistemas educativos no pueden ser ajenos a los desafíos que plantea el cambio climático del planeta, más aun teniendo en cuenta que el cambio climático es un problema que afecta a todos los seres humanos a nivel global y que el desarrollo sostenible requiere de una acción conjunta por parte de todos los países para que pueda ser efectivo.  

 

Teniendo en cuenta esa implicación de los gobiernos en la búsqueda de soluciones para el cambio climático y sus consecuencias, así como el compromiso con un desarrollo sostenible que proteja nuestra biodiversidad, el término “sostenibilidad” aparece de manera destacada en las leyes educativas de la gran mayoría de los países. A nivel curricular, el desarrollo sostenible se muestra como uno de los enfoques principales que vertebra el currículo desde sus diferentes áreas. Dicho enfoque concibe que la educación para la transición ecológica no solo es fundamental para la contribución a la sostenibilidad ambiental, social y económica de los países, sino que atiende a criterios de justicia social. Gracias a esta Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS) basada en dichos criterios y con un enfoque trasversal, los alumnos podrán adquirir los conocimientos, las competencias, los valores y la capacidad de acción necesarios para superar este importante desafío mundial, primero localmente, con pequeños gestos que mejoren su entorno -como el consumo responsable, el reciclaje, la alimentación equilibrada, la reutilización, el cuidado de la naturaleza y el paisaje, la limpieza del entorno o la reducción del consumo energético y de agua, entre otros-, para luego pasar a actuar globalmente, implicándose en acciones conjuntas con alumnos y alumnas de otras localidades o países para buscar la consecución de objetivos de mejora medioambiental a nivel más global. Pero, para lograr esta educación basada en el cuidado del medio ambiente, la protección de la biodiversidad y el desarrollo sostenible, además de los aspectos puramente curriculares de las diferentes áreas, también es necesario llevar a cabo programas de formación y educación que posibiliten una producción y consumo de energía más sostenible, un uso racional de los recursos naturales más equilibrado y la minimización de residuos, su reutilización y reciclaje, no solo a través de iniciativas gubernamentales sino también a través de programas y relaciones con la escuela por parte de las principales empresas mundiales. 

 

En este sentido, el compromiso de Renault con el medio ambiente es más que conocido a nivel empresarial. Campañas a favor de la sostenibilidad con acuerdos como el establecido con SIGAUS, sitúan a Renault a la vanguardia del cuidado del medio ambiente y la sostenibilidad. Desde Renault saben que apostar por una movilidad sostenible es apostar por el futuro. Y el futuro pasa obligatoriamente por nuestros jóvenes. Por eso, en un paso más, desde la Fundación Renault para la Inclusión y la Movilidad Sostenible se ha realizado en los últimos años diferentes donaciones de materiales relacionados con el mundo del motor, así como medios tecnológicos a varios centros educativos de diferentes comunidades autónomas, algo que siempre es muy bienvenido. Pero no solo eso: todas las mañanas, los centros educativos ven cómo centenares de padres y madres llevan a sus hijos al colegio en coche, muchos de los cuales producen un impacto medioambiental importante. Gracias a iniciativas como “Change To Green” de Renault para el fomento de la compra de coches híbridos y eléctricos, así como la plantación del Bosque de Renault Group, en un futuro no muy lejano podremos por fin disfrutar de esos centros educativos más sostenibles y ecológicos tan soñados. 

 

 

sobre el autor

Toni García Arias

periodista especializado en motor