Tecno y Tendencias
26/11/2025
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Piénsalo un segundo: tu coche no solo es una de tus inversiones más valiosas, sino también una pieza clave en tu día a día. Y aunque pasa gran parte del tiempo aparcado, hoy está preparado para ofrecerte mucho más que desplazamiento.
La industria del automóvil cada día nos sorprende más, puesto que la tecnologización cada vez más avanzada (gracias a la incorporación de software como “alma” del vehículo) nos sitúa más a las puertas de la movilidad autónoma. En definitiva, la auténtica revolución ya no es solo cómo se mueven los coches, sino lo que pueden hacer mientras están quietos.
El futuro no va solo de que el coche te lleve al trabajo (que también), sino de que trabaje para ti mientras tú estás en casa, en la oficina o de vacaciones. Y no, no hablamos de ciencia ficción lejana; hablamos de funciones que ya están llamando a la puerta que se acercan a esta idea. El coche autónomo empieza en tu propio garaje, y estas son las posibilidades que ya anticipa la gama Renault.

¿Quién no ha temido entrar a un coche helado por la mañana para ir al trabajo? Los coches eléctricos tienen la eficiencia energética metida en su ADN, y en este caso hacen de su necesidad virtud. ¿Cómo? Permitiendo calefactar o enfriar el coche antes de que te montes, para aprovechar así el momento de recarga en el hogar.
Más allá del aspecto práctico, la gestión de la temperatura a distancia puede resultar muy útil en los meses de invierno y verano, cuando la acción del sol y las temperaturas exteriores hacen sumamente desagradable el momento de acceder al habitáculo. Avanzada ya por algunos modelos eléctricos como Renault 5 E-Tech eléctrico, esta característica permite que los coches adecúen el entorno de conducción a las necesidades de sus usuarios antes incluso de que abran las puertas. De esta forma, a través de una aplicación móvil, como la actual My Renault, es posible fijar la temperatura del coche de forma remota.
Más allá de la gestión del climatizador, también se pueden automatizar características como la calefacción del volante y el control térmico de los asientos, si estos elementos formaran parte del equipamiento.
Por supuesto, el coche autónomo, que por su naturaleza conectada es casi lo mismo que decir el coche con gestión remota, también permitirá gestionar otros aspectos de su funcionamiento desde el teléfono móvil. Algunos tal vez menos explorados pero no por ello menos interesantes pueden ser el uso de la iluminación o incluso el claxon.
Esta prestación, que ya está presente en la app My Renault, permite localizar más fácilmente el coche mediante la activación de las luces y el claxon sin necesidad de abrir las puertas desde el mando a distancia. De esta forma, podemos encontrar el vehículo en un aparcamiento abarrotado sin dejarlo desprotegido, que es uno de los típicos problemas que podemos encontrar si usamos la función de desbloqueo del mando a distancia.
Además, esta funcionalidad resulta especialmente útil en situaciones cotidianas como buscar el coche en una calle repleta de vehículos o en un parking de varias plantas. Con solo un toque en la app, las luces y el sonido del claxon actúan como guía visual y auditiva, ahorrando tiempo y evitando la frustración de dar vueltas sin éxito.
La programación de luces y alertas acústicas puede ser de especial interés si nos vamos de vacaciones. Igual que sucede con las luces inteligentes, que se pueden programar de forma remota para simular la presencia de personas en el hogar cuando este está desocupado, el uso de los faros y el claxon podría cumplir el mismo papel, ahuyentando a los amigos de lo ajeno cuando no estemos en casa.
Cuando hablamos de vehículo autónomo, lo hacemos naturalmente de aquellos coches que no precisan conductor. Pero este tipo de vehículos, y singularmente los eléctricos, también pueden desempeñar valiosas funciones aunque no haya nadie al volante. Una de las que ya están siendo exploradas es la alimentación de dispositivos externos.
Parte ya del ecosistema IoT del hogar inteligente moderno, los coches eléctricos de Renault pueden enviar la carga de su batería a otros aparatos a través de la tecnología V2L (vehicle to load), lo que en la práctica los convierte en un gigantesco power bank. Para ello el usuario solo precisa el adaptador correspondiente y configurar cuánta batería quiere dedicar a esta función, de forma que el coche siempre cuente con una reserva para poder utilizarlo sin problemas.
Unida a la posibilidad de programar la carga del vehículo para aprovechar las horas valle, cuando la electricidad es más barata, esta práctica característica permite maximizar el ahorro, pudiendo acumular electricidad durante los momentos en los que es más asequible para cargar bicicletas eléctricas y patinetes.

De igual forma, si nos atenemos al concepto más amplio de lo que es el vehículo autónomo (y no solo la conducción autónoma) debemos hablar de las posibilidades que abre la inteligencia artificial. Como por ejemplo, realizar solo el mantenimiento estrictamente necesario cuando así es pertinente, y no únicamente cuando se alcanza una cantidad concreta de km en el odómetro.
El ya conocido como mantenimiento predictivo utiliza los numerosos sensores integrados en el interior de un coche y el análisis de datos cotejados a partir de muchos otros vehículos de similares características, englobable en lo que llamamos big data, para estimar cuándo será necesario realizar un cambio de ruedas o frenos, revisar el estado de la batería o comprobar cualquier otro elemento, sin esperar para ello a una visita preprogramada.
Estos avisos, que ya forman parte de las capacidades de los coches más recientes y sofisticados de Renault, se anticipan así a posibles averías, y evitan reparaciones que serían más costosas si tuviéramos que esperar al paso preprogramado por el taller. Un ahorro en tiempo y dinero que ya hace posible Renault.

Si ya hemos visto que el coche puede gestionar solo su temperatura, vigilar el garaje, funcionar como una batería portátil o incluso predecir cuándo necesita ir al taller, solo queda un último paso: que se mueva por su cuenta.
Aquí es donde el concepto de "coche autónomo" se completa y va mucho más allá de la comodidad personal. Ya no es solo un asistente, sino un auténtico empleado. El coche autónomo es especialmente útil como opción de movilidad en rutas prefijadas, como demostró el minibús autónomo L4 de Renault Group y WeRide durante el Mobile World Congress, pero se pueden imaginar fácilmente otras formas aún más innovadoras de utilizarlo. Por ejemplo, con fines comerciales.
De esta forma, si un negocio tiene una gran afluencia de público de avanzada edad, sería posible utilizar las funciones de conducción autónoma para que ejerciera la función de lanzadera. Por ejemplo, una peluquería rural podría enviar el coche de su dueño a recoger a sus clientes por los pueblos de alrededor, afianzando a su clientela y potencialmente hasta generando una segunda fuente de ingresos.
Esta posibilidad se abre naturalmente a la carga de mercancías, haciendo posible transportar de puerta a puerta bultos de tamaño muy considerable, bien como parte de nuestro negocio, bien como forma de generar ingresos pasivos. Un uso que replantearía la logística de última milla (el reparto a domicilio, para entendernos), particularmente en lugares apartados o con escaso personal de reparto.
En definitiva, la revolución autónoma no es un interruptor de "on/off" que pulsaremos un día; es una evolución que ya ha comenzado en nuestro propio garaje. Empieza por calentarnos el asiento, programar la carga o dejarnos compartir una llave digital, y terminará haciendo recados o recogiendo clientes. El coche deja de ser un objeto pasivo para convertirse en el asistente definitivo.
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