Tecno y Tendencias
23/5/2025
Descubre los niveles de conducción autónoma, desde la asistencia al conductor hasta los vehículos 100% autónomos. ¡Conoce el futuro de la movilidad!
Circular en vehículos automatizados, sin conductor o supervisados por robots, siempre ha sido una fantasía recurrente por el ser humano casi desde la aparición de los propios vehículos. Aunque con la mente puesta en conceptos más propios de la ciencia-ficción, lo cierto es que en las últimas décadas se han conseguido avances muy tangibles en la materia.
Con hitos tecnológicos como la conectividad o la sensorización de los vehículos, se ha logrado automatizar un sinfín de funciones propias de la conducción. El proceso está siendo progresivo y prolongado, por lo que el sector de la automoción se ha visto en la necesidad de desarrollar una escala que mida el grado de automatización del automóvil: los 5 niveles de la conducción autónoma.
Antes de abordar los distintos niveles de conducción autónoma, debemos entender lo que significa la conducción autónoma como tal. La definición más aceptada por la industria es la planteada por la sociedad de ingenieros de automoción SAE International en su su estándar J3016 “Taxonomy and Definitions for Terms Related to On-Road Motor Vehicle Automated Driving Systems”.
En esencia, la SAE define la conducción autónoma como la capacidad de un vehículo para realizar todas o parte de las tareas dinámicas de conducción de forma sostenida, con diferentes grados de supervisión o intervención del conductor humano (o sin ella, en los niveles más altos).
Para conseguir esos niveles de autonomía, los coches autónomos hacen uso de muy diversas tecnologías a bordo, desde sensores y radares que mapean el entorno del vehículo, hasta sistemas de conectividad o GPS para contrastar la ubicación del mismo o sistemas de inteligencia artificial para la toma de decisiones en la conducción.
La carrera de la industria por el automóvil autónomo tiene varios objetivos que van más allá del simple confort de los conductores. Por un lado, facilitar la autonomía a personas con movilidad reducida que no pueden circular en automóvil por sí solos. Por el otro, mejorar la eficiencia del tráfico, incluyendo a la hora de reducir la siniestralidad: se estima que más del 90% de los accidentes de tráfico se producen por el factor humano, que podrían evitarse en gran medida con la conducción autónoma.
Como vemos, los conceptos de vehículo autónomo y conducción autónoma planteados por la SAE no se centran tanto en las capacidades tecnológicas del vehículo, sino que cuentan con un enfoque más centrado en el conductor:
La clave de la definición de la SAE radica en la distribución de la responsabilidad de la conducción, entre el conductor humano y el sistema de conducción automatizada. Es a partir de estas premisas donde la SAE desarrolla su clasificación de Niveles de Conducción Autónoma.
En este nivel inicial, el conductor cuenta con todo el control del vehículo y toda la responsabilidad de la conducción. El vehículo tan sólo tiene la capacidad de monitorizar algunos aspectos (como la presión de los neumáticos o la temperatura en la carretera) y emitir avisos al conductor para que actúe en consecuencia.
Algunos sistemas de seguridad pasiva y activa, en los que el vehículo puede actuar momentáneamente (como el ESP o el ABS) son considerados como de nivel 0.
Es el primer nivel de conducción autónoma, propiamente dicho. Ya existen algunos sistemas que toman el control del coche, en la dirección o la aceleración, pero solo de forma momentánea y aislada, con el objetivo de ayudar al conductor. Este sigue teniendo el control del vehículo y la responsabilidad máxima en la conducción.
En este nivel de conducción autónoma encontramos la mayoría de los ADAS presentes actualmente en el mercado, como el control de crucero adaptativo (ACC), asistencia de mantenimiento de carril (LKA), frenada de emergencia automática (AEB). Los podemos encontrar de serie en vehículos de nueva generación de Renault.
En este nivel de autonomía, el vehículo ya puede tomar el control de la velocidad y la dirección de forma simultánea, en determinadas situaciones muy concretas. El conductor, aunque pueda ceder el control en esas situaciones, debe permanecer atento en todo momento para ponerse al mando si las circunstancias lo requieren. Así con todo, sigue siendo el máximo responsable de la conducción. Toda la gama Renault tiene un nivel 2 de conducción autónoma, excepto Renault Clio, puede decirse que se encuentra en ese nivel de conducción.
El mejor ejemplo son los sistemas de tipo "asistente en autovía", presentes en los vehículos más avanzados del mercado, como los Renault Austral full hybrid E-Tech o Rafale full hybrid E-Tech. En este caso el vehículo combina el Control de Crucero Adaptativo con el Asistente de Mantenimiento de carril, aunque en la práctica el conductor aún debe mantener las manos en el volante como medida de seguridad. En este nivel ya se habla de Conducción Semi Autónoma.
En un escalón más arriba (podemos apuntar a un Nivel 2+ por estar por encima de los ADAS más genéricos) se encuentra el Active Drive Assist, en el que se combina un ACC contextual (utilizando datos de navegación y geolocalización) con el LKA y el sistema Stop & Go de la marca. Lo podemos encontrar en los modelos más recientes, como Renault 5 E-Tech eléctrico o Renault Symbioz full hybrid E-Tech.
Según el estándar del SAE, en este nivel de conducción autónoma el vehículo ya toma el control total del coche en determinados contextos, como la circulación en autovía. La gran diferencia es que ya no se requiere la supervisión constante del conductor, aunque sí estar disponible para intervenir en todo momento si el sistema lo requiere. Además del reto tecnológico que ello supone, ese papel pasivo del conductor es actualmente una barrera legal insalvable con la normativa actual.
En este nivel, el vehículo ya puede circular de forma autónoma y sin intervención humana en la mayoría de las situaciones. El conductor por su parte cede el control y la responsabilidad, y podría ser sólo necesario para situaciones concretas del tráfico o fallos del sistema. Aquí se empieza a hablar ya de vehículos sin volante ni pedales.
Actualmente, en Europa no hay automóviles en la calle con un nivel similar a este, y la normativa tampoco está adaptada a ello. Renault sí está desarrollando el proyecto de minibús autónomo con el que planea desplegar en 2026 una flota con este nivel de autonomía en la ciudad de Châteauroux.
En el último nivel de la conducción autónoma, el vehículo tiene el control y la responsabilidad total de la circulación, sin requerir intervención humana alguna. Se prescinde de la figura del conductor, y sólo se hablaría de pasajeros.
Actualmente, todos los proyectos de conducción autónoma de nivel 5 se encuentran en el plano puramente experimental. Renault por ejemplo ha desarrollado los concept cars Renault EZ-GO, para carsharing autónomo urbano, y Renault EZ-ULTIMO, un vehículo autónomo de lujo.
Como hemos visto, las limitaciones tecnológicas y las barreras normativas mantienen hoy día al automóvil en niveles 1 y 2 de conducción autónoma. Sí existen proyectos en pruebas de servicios de transporte de personas y mercancías con niveles 3 y 4, en entornos controlados y sin tráfico real, así como servicios de taxis autónomos que circulan en algunas zonas de Estados Unidos.
Como fabricante, Renault está centrado en mejorar sus sistemas de nivel 2-3, en lo que se ha dado en llamar Conducción Semi Autónoma. Por otro lado, solo se plantea niveles mayores para proyectos de transporte público o de mercancías.
Fuera de las carreteras, sí se están viendo vehículos con niveles 3 y 4 de autonomía, como en líneas segregadas de metro, sistemas de tráfico aéreo y transporte de mercancías en entornos industriales. El nivel 5 en todo caso permanece como aspiración a futuro, principalmente en gestión de tráfico aéreo y marítimo para el transporte mercantil.
sobre el autor
periodista especializado en motor